Encinares, labrantíos y caminos

Encinares, labratíos y caminos

Encinares, labrantíos y caminos

Por fin se fueron las nubes, casi sin esperarlo dejó de llover y el día amaneció precioso para salir a caminar por esos caminos de Dios.

Desde hacía unos meses tenía previsto recorrer una ruta circular partiendo de la localidad de Mohernando para llegar a Málaga del Fresno y después visitar la ermita de la virgen de Valdelagua y regresar al punto de partida, algo que tuve que retasar por las lluvias.

Le propuse a mi amigo Víctor de senderismoguadalajara para que me acompañara pensando que sería una ruta que le iba a gustar y no me equivoque. El resto de los compañeros, Pepe Riofrío y Octavio Pascual están en el “dique seco” y no podían acompañarnos.

Víctor y este que escribe salimos a primera hora de la mañana con destino a Mohernando, dejamos el coche junto al ayuntamiento y tras cambiarnos de botas, preparar la mochila, conectar los GPS y buscar las cámaras de fotos, comenzamos a caminar por una calle en descenso con las talanqueras de los encierros y deja a la derecha la recoleta plaza de toros. Llegamos a un cruce y decidimos seguir el camino de la izquierda que continuaba descendiendo para cruzar poco después el arroyo de la Fuente que esta vez sí traía agua después de las copiosas últimas lluvias.

Fotografiamos una vieja fuente, seca, abandonada y sin agua y proseguimos nuestro camino dejando a la derecha una nave ganadera y poco después en un cruce seguimos por el camino de la izquierda, pues el de la derecha se interna en una finca. Con continuos vaivenes, subidas y bajadas proseguía nuestro camino. A ambos lados amplios campos cerealistas y en uno de ellos descubrimos un alfombrado campo verde y con un buen número de encinas que le daban un aspecto de “dehesa extremeña”, como muestra la foto que me ha cedido mi acompañante.

Cuando llegamos al arroyo de Valdeespeso y llevábamos unos tres kilómetros y medio, el camino principal gira a la izquierda para morir poco después en una amplia nava; aquí nos despistamos un poco pues es el punto donde comienza la senda que va paralela a un campo labrado y que el agricultor al arar la ha hecho desaparecer. Nos despistó también un rudimentario cerramiento del camino a base de bidones; tras cotejar el GPS dimos con el camino correcto. Caminamos por el borde del labrantío con un bosque de encinas a la izquierda. Al terminar la nava el sendero, muy buen marcado y definido, se interna en un bello encinar que nos sacó, algo más de un kilómetro después, de nuevo a otro labrantío.

Aquí otra vez la senda queda difusa por haber sido arada, pero el camino es intuitivo y poco después en un campo labrado se convierte en un carril que nos lleva a cruzar el arroyo del Prado donde hay una amplia chopera. Cuando llegamos oímos un pájaro carpintero haciendo su nido, le escuchábamos golpear con su pico el tronco de alguno de los copos.

El carril nos sacó a otro principal y en un cruce dimos con el camino de la ruta a Valdelagua, la que nosotros cogeríamos después, antes queríamos acercarnos a la localidad de Málaga del Fresno, como a un kilómetro y medio. Pasamos junto a la ermita de la Soledad y dimos una vuelta por el pueblo, regresando al cruce anterior para seguir el camino.

La pista estaba bastante embarrada y encharcada en algunos puntos. A ambos lados extensos campos de cereal con un tapiz verde porque la simiente empezaba a brotar. Un cruce y un giro a la derecha para llegar a la ermita de Valdelagua.

La ermita está en obras y los paisanos que allí estaban nos confirmaron que en 15 días la obra debía de estar terminada, pues es cuando se celebra la romería.

Decidimos descansar a refugio de uno de los porches de la ermita, tomar un pequeño refrigerio y de nuevo continuar nuestro camino. A los escasos 100 metros debemos de cruzar el arroyo de Valdelagua, cual fue nuestra sorpresa cuando le vimos con abundante agua y algo crecidito, lo que nos obligó a buscar alguna solución: por un lado pensamos en descalzarnos, por otro pedir a los paisanos que con alguno de los vehículos nos cruzaran el arroyo o bien emular a Yago Lamela o a Mikel Powel y dar un buen salto. Una carrerilla, coger impulso y a saltar el arroyo, que no es para tanto.

Seguimos por nuestro camino y descubríamos lo bonito que es este recorrido senderista apenas a pocos kilómetros de Guadalajara y totalmente desconocido. Incluso durante algo más de un kilómetro volvimos a internarnos en un bosque de encinas.

Una subida, una bajada y llegamos a Mohernando por la fuente y el lavadero. La ruta se nos hizo al final un poco pesada, pero fue porque deseábamos volver a Guadalajara a comer y eso nos obligó a aligerar el paso, pero si no hay prisa, es una ruta agradable de hacer.

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